miércoles, 11 de junio de 2008

Yo, mí, me, conmigo, para 15. Esto es lo más relevante que he hecho hoy. Con un día tan intenso y enriquecedor, lo normal es no poder aportar nada imprescindible al mundo. Asi que no intentaré desmerecerme y os regalaré un poema que me impresionó mucho cuando lo leí la primera vez. Pero me inquietó más cuando lo leí la segunda, en el 21, a la altura de Alonso Martínez, y me vi reflejada en él como en un charco tranquilo.


PARA UN LIBRO DE ESTUDIOS SUPERIORES
no leas odas, hijo mío: lee los horarios de trenes.
son más exactos. despliega las cartas de navegación
mientras te quede tiempo. abre los ojos. no cantes.
vuelven los días en que clavarán
listas sobre las puertas y marcarán
el pecho de los que digan no.
aprende, mejor que yo, a pasar inadvertido.
cambia de barrio, de pasaporte, de cara.
haz el aprendizaje de la pequeña traición,
de la sucia salvación cotidiana.
las bulas son buenas para encender el fuego,
buenos los manifiestos para envolver mantequilla y sal.
te harán falta mucha cólera, mucha paciencia
para soplar en los pulmones del poder
el fino polvo asesino molido por aquellos
que mucho han aprendido
por quien es exacto, por ti.

Hans Magnus Enzensberger

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