lunes, 9 de junio de 2008

MI FANTÁSTICO KARMA

La Humildad y la Soberbia están librando en mi corazón una lucha a muerte. El campo de batalla, de todas formas, se está ensanchando. Se me está ensanchando el pecho de "orgullo y satisfacción", que diría nuestro monarca. Me explico.
Como todo mal anacoreta, tengo crisis de cariño. Llevo un periodo demasiado largo a pan y agua afectivamente hablando. Contamos: el último año de Clásicas me saqué dos cursos en nueve meses, morí estudiando; creo que nunca estaré más orgullosa de mí misma que por esa hazaña que logré. Al año siguiente, acometí Antropología con la inercia del año anterior y me puse con los chavales de Villaverde. El año pasado lo pasé en una nube alcohólica y sustanciosa de vino y rosas, en una atmósfera irreal tipo mayo del 68 encerrados en un apartamento, un mundo mágico en el que se agrandó mi espíritu y termine de convertirme en la persona que soy hoy. Aprendí mucho de mucha gente, de mí misma hice un cursillo acelerado porque me di cuenta de que no me conocía nada, era una extraña encerrada en una fortaleza armada. Me solté el pelo y comencé a respirar. Ahora lucho cada día para reconquistar unos terrenos de mí que nunca han sido míos, por lo que cada victoria en territorio enemigo es una guerra ganada con honores. Es una lucha agotadora, interminable y poco agradecida, pero apreciable y reconfortante.
El verano pasado comencé a creer en el karma, en los créditos vitales, y, como ya dije anteriormente, la felicidad me asusta. Creo en la justicia cósmica, rimbombante concepto, pero las únicas palabras que se acercan a mi concepción de la causalidad de las cosas. Creía que no podía ser más afortunada, no hay nada tan bueno que hacer para ser tan grandemente recompensada, pero me equivocaba.
El sábado, en el concierto, estaba mimosa, la tomé con Inès y Paula. Inès y yo nos pasamos el concierto dándonos abrazos e intentando no pensar en el hecho de que faltan pocos días, si obviamos nuestra escapada a su país, para vernos. Se va a México lo más posible sine die previsto para volver. Estoy al borde de una crisis inagotable de llanto, en cuanto empiece no creo que pueda parar fácilmente, así que le pedí a Inès repetidas veces que nos centráramos en el concierto, nada más. Es difícil.
Pero desde el sábado y los abrazos y los besos, he estado rodeada de oleadas de cariño y afecto que me están desbordando el corazón, y no creo que pueda aguantar mucho más. ¡Soy muy afortunada! Pongo mi vida, mi corazón, mi alma y mi cabeza en mi trabajo. No en mi trabajo como tal, me da igual estar en un sitio o dar una cosa u otra, sino en los chavales. Llevo un año flotando en una nube que algunos han querido llamar obsesión. Lo que me jode de dejar el trabajo es que llevo muchos años ya, o eso me ha parecido, conociendo chavales estupendos a los que doy lo mejor de mí, para tener que abandonarlos cuando acaba el curso o las circunstancias se imponen. Estoy desarrollando el síndrome de Mary Poppins! En los dos últimos días me estoy emocionando hasta las lágrimas. Por dios, si hoy una de mis niñas de Cultura Clásica me ha puesto su nombre en griego y la fecha según el calendario romano en el examen!!!! No puedo pedir mucho más a la vida. Bueno, tampoco es para tanto, pero yo soy feliz con estas cosas. Y algunas cositas más que me guardo para mí. Estoy pletórica! Feliz! Jodida, pero contenta. He instituido definitivamente el cigarrito relajante postcurro, porque me saturo.
El karma me recompensa con créditos ganados en vidas anteriores, porque soy consciente de que, por mucho que me quiera, no merezco tanto. Y no sólo por parte de los chavales, que son siempre los que más me llegan al corazón y más rápido, sino que hoy he tenido una conversación laboral que me estremece la imaginación con sólo rozarla con el pensamiento. Ya os contaré cuando sea algo más seguro.
Estoy desbordada de amor, de AMOR. Por fin soy una hippie de corazón de verdad!

No hay comentarios: