martes, 24 de junio de 2008

La verdadera felicidad no viene de fuera, brota del interior.
A veces la felicidad es tan fácil como cogerte un bus, disfrutar de su microclima mientras cae el sol de punta sobre Madrid, ver el retiro, la puerta de Alcalá, y los pensamientos morados que rodean a la gran diosa Cibeles. Comprar una litrona, una botella de agua y unas pipas, y dedicarte a ver la puesta de sol con el templo de Debod detrás, en el techo de Madrid. Y disfrutar de esta ciudad tan bonita.
A veces la felicidad se encuentra en el cesped, aprendiendo de tus amigos, mientras te cuentan cómo es vivir en Helsinki o hacer dedo para ir al Machu Pichu. La simplicidad tiene un encanto intrínseco cuando la compartes con las personas adecuadas. Nadie te hace reir tanto como un amigo que sabe con qué te ríes. Es como los buenos amantes, que ya saben cuándo lloras y dónde tiemblas. Cualquier problema desaparece en buena compañía, y la cuerda floja sobre la que hacemos todos equilibrios toca el suelo, e "inseguridad" se vacía de significado. Es una gran caverna donde esconderse, aunque sepamos que el mundo cruel, la Verdad, nos espera ahí fuera. Pero incluso la Verdad puede esperar a que me termine la cerveza y el cigarro, y él me termine de contar lo horrible que fue el festival del finde pasado o lo malos que eran para los que montó los focos. Cosas pequeñas, sin importancia, que, cuando se dicen en voz alta, se convierten en gas y se disipan.
Ayer, en Comendadoras, con Inès, tomándonos una cerveza malísima y vacilando al camarero, logré decir que, total, cada vez que he cambiado de curro, y he conocido a otros chavales, siempre me he encontrado con gente maravillosas que me han desbordado el corazón. Debo de tener mucha suerte, porque siempre me tocan los buenos, incluso cuando son los que el resto ha dado por perdidos. Aunque ya me había logrado aprender los nombres de todos, seguro que vuelvo a tener suerte. Inès me aplaudió. Creo que llevaba unas cuantas semanas esperando a que yo fuera capaz de decir esas palabras.
La felicidad está en una carcajada esperando una pizza. En una hermana belga. En unas cuantas palabras dichas como si nada, pero que significan un mundo.
La felicidad sale de dentro.

1 comentario:

La nuit dijo...

Me alegro. Mereces ser feliz.

Un besazo!