domingo, 6 de julio de 2008

Ser una buena hija tiene su precio. Primero tienes que ir en coche durante dos horas para llegar a la primera casa y regar los arbolitos con ilusión, meterte otra vez en el coche otras cuatro horas más y parar a descansar en una terracita con una coca-cola y unas patatas alioli mientras a tu alrededor se fuman paquetes enteros y se beben bidones enteros de cerveza. Llegar a casa, por fin, y no poder dormir porque sólo puedes pensar que si te fumas un cigarro ahora nadie se va a dar cuenta, pero en lugar de eso, te subes a la cámara y buscas un libro porque el tuyo se ha quedado en el coche. Te levantas y tu mamá te mima, te hace el desayuno que te hacía tu abuela los domingos de tu infancia. Te untas de crema y te pones a leer al sol. Comes chivo con tus primos, que todos fuman y beben sin pizca de consideración. Le explicas a tu primilla que los comentarios de texto de segundo de bachillerato son más fáciles de lo que parecen, sobre todo si estás en mis clases de poesía. Te pasas la siesta tomando el sol en las blancuzcas piernas, y se te queman los hombros. Te echas a llorar al sol porque a la protagonista de tu novela le acaban de pegar una paliza brutal delante de su hija. Se van tus papás al campo y te lías y te enciendes y te fumas calada a calada el único cigarrillo del fin de semana. Sigues leyendo porque esto cada vez se está poniendo más interesante. Meriendas sin mamá ni mimos una latilla de mejillones delante del Rock in Río in Madrid. Haces tiempo, se llena la casa de los primos finos de mi madre que no entienden que una persona decente que se gane la vida honradamente tenga dos meses de vacaciones y no invierta su dinero en bolsa, sino que se ponga a leer al sol hecha una pordiosera. Me voy a ver los gatillos del corral para no aguantar miradas recriminatorias que me soplan la polla pero que a mi madre la matan. Ceno. Llega más familia, pero familia guay. The police. Mimir. Ocho de la mañana, ponte la falda mona y la camiseta sin escote, hija por dios, que vamos a ver a tus tías. Convento. Curas. Monjas. Danzas keniatas! Misa interminable. Un cura muy gracioso. Aperitivo. Flores en el huerto de guerrillas. Comida. Buenísimo todo. Dios se salta el pecado de gula. Sobremesa. Sorpresita: la familia desconocida está abanderada y se saben todos el cara al sol y el himno de infantería fascista. Las hijas responden al padre cuando éste grita: España! una, grande, libre!!! Papelón. Yo me voy a jugar con el niño de cinco años medio africano que hay por ahí, porque está claro que los adultos son demasiado adultos para mi gusto. Clavelitos. Lo que faltaba! Volver al pueblo. Recoger los trastos. Cerrar la casa. Siesta en el coche. Cuatro horas de vuelta. Casa. MMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMmmmmmmm. Cigarrito.

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